En La Historia de los Templarios, Martin Walker nos habla del gran misterio de la formación y desaparición de esa institución caballeresca monacal –creada para la defensa de los territorios conquistados en Tierra Santa-, de esa gigantesca “operación policial” que significó su desaparición, con la prisión de sus miembros y la confiscación de todos sus bienes. Pero aún hay muchos otros misterios insolubles:
-¿Cuál fue el origen y el destino del fabuloso tesoro de los miembros de la Orden? ¿Acaso poseyeron el secreto de la Piedra Filosofal? ¿Hasta dónde llegaban sus conocimientos alquímicos?
-¿Cómo construyeron y financiaron las gigantescas catedrales que se le atribuyen?
-¿Cuál era el fin y el destino de su misteriosa flota? ¿Acaso poseyeron colonias en el Nuevo Mundo?
-¿Fueron los Templarios quienes trazaron el Camino de Santiago sobre las huellas de una ancestral peregrinación a Finisterre, a los confines de la tierra conocida?
-¿Era Dios o el Diablo quien se escondía tras el rostro enigmático del Baphomet, ese extraño ídolo que parecía -según sus detractores- ser el centro de su culto?